Fín de la primer parte.
Tic, tac, tic, tac… ese es el sonido que emite mi reloj de pared, sonido que día tras día me acompaña justo antes y después de irme a la cama, incesante y siempre presente, pero que hasta hoy mismo había pasado por alto. Esta mañana ha sido distinto, posiblemente sea por culpa del silencio que reina en la casa después de que cinco de mis ocho compañeros de piso hayan vuelto a casa por Navidad, pero la sensación que he tenido ha sido como si alguien subiera el sonido de este, hasta tal punto que me he despertado.
No ha sido una mañana más, normalmente no me suele costar mucho “saltar de la cama”, pero hoy me he tomado mi tiempo.
Supongo que por ser lo que tengo justo delante cuando abro los ojos, ese reloj ha sido lo primero que he visto hoy y como si de un truco de hipnosis se tratase, me he quedado mirándolo durante un par de minutos sin intención siquiera de ver qué hora era. Tras este relativo corto tiempo sin pensar en nada, ha sido cuando mi cabeza ha decidido poner la maquinaria en funcionamiento.
Como si de un especial “Fín de año”se tratara, de esos que cada 31 de diciembre nos invaden en la pequeña pantalla de todas y cada una de las cadenas televisivas, han empezado a desfilar por mi mente uno tras otro, muchos de los momentos y sensaciones que he tenido a lo largo de los algo más de tres meses en esta ciudad, que durante algún tiempo está siendo como mí casa. Momentos que van desde que puse el primer pié en tierra, después de descender por la “escalinata” del avión, pasando por esa sensación de tranquilidad que sentí en todo momento desde mi llegada GRACIAS a una persona, que a pesar de no tener casi contacto directo con ella, en ningún momento permitió que nada me faltase y me ayudó en mucho más de lo que se puede pensar (me cuesta imaginar cómo hubiese sido ese comienzo sin su apoyo), hasta el día de ayer cuando paseaba por la iluminadas y céntricas calles de la ciudad con mi amiga Marta (que no es mi prima a pesar de ese primer apellido tan original que tiene) o ese momento en “The Canteen” tomando un chocolate caliente a la vez que música en directo hacía la tarde de domingo un poco más especial.
Entre uno y otro miles han sido los detalles, sensaciones, experiencias y personas que han ido apareciendo días tras día para formar parte de esta corta, pero intensa historia que forma parte de mi vida. Sin hacer mucho esfuerzo, me viene a la mente esos primeros y duros días de entrenamiento con el equipo de la universidad (como ya nombré en alguna entrada anterior); el día que firmé el contrato de la casa junto con ese primer encuentro con todos y cada uno de mis “housemates”; mi primera visita a la universidad y ese encuentro con el “Wills memorial building” digno de la mismísima saga de Harry Potter y que a primera vista puede cortar la respiración; esas noches en alguna que otra “fiesta Erasmus”; las largas caminatas de una punta de la ciudad hasta la otra con la simple compañía de las 841 canciones de mi “smartphone”; los días de biblioteca rodeados en ocasiones de gente un tanto extraña; comer en 10 minutos con la compañía de Jose y unas cuantas palomas en un banco de College Green; el mirar a través del cristal de la ventana de mi habitación y en un mismo día poder contemplar desde un cielo totalmente despejado con un sol luciendo la mejor de sus caras, pasando por un cielo gris amenazador, una lluvia que bien podría ser la misma del día del “juicio final” y finalmente ver granizar convirtiendo la calle en un lugar poco seguro durante algún tiempo…vamos, algo difícil de entender si te lo cuentan, pero que forma parte de la vida de un bristoliano. No sabría bien dónde poner el punto y seguido de todo lo que me ha ido aconteciendo y podría estar horas y horas pulsando las teclas de mi ordenador con tal de no pasar por alto ningún detalle, pero permitirme la omisión de alguno de ellos ya que han sido fáciles de sentir pero complicados a la hora transmitir..
No me gustaría dejar pasar la ocasión sin agradecer a todas y cada una de esas personas, que bien a través de un correo, mensaje de texto, llamada, videollamada o Dios sabe de qué forma con esto de las nuevas tecnologías, han dedicado en algún momento de su día a día un ratito para interesarse por cómo estaba y por si me hacía falta algo. Sin olvidar las visitas recibidas durante estos tres meses, siempre resulta muy agradable volver a ver cada cierto tiempo alguna cara conocida y enseñarle tu nueva ciudad…
Por todo esto, me gustaría dedicarle esta nueva entrada del blog a todas y cada una de aquellas personas que estáis formando parte de esta nueva aventura, especialmente a mis ocho compañeros de piso, que me han visto tantas veces en pijama y con la cara llena de legañas y que a pesar de todo me siguen queriendo como soy, =) .
Para terminar, me gustaría compartir con todos los que os dais una vuelta por este blog, el regalo que Eduard, una de esas ocho personas con las cuales comparto techo, me ha hecho y que quizás sea uno de los regalos más bonitos de Navidad que he recibido nunca. Para alguno puede parecer algo insignificante y no entender la magia que tiene la música, lo que para algunos es sólo ruido para otros nos puede embarcar en un viaje inolvidable…
FELIZ NAVIDAD.
Besos & Abrazos.
Rub. ><)))º>